miércoles, 8 de mayo de 2013

Un nuevo poema

        El viento va y viene  (1)

El viento va y viene,
se retuerce en las copas de los árboles,
entra por las ventanas y huye por las puertas.
Las multitudes braman,
y la luna en cuarto menguante, no da luz suficiente
para ver las miserias que pululan en las sombras de la noche.
Un tren está muerto sobre el puente, a la salida de Retiro,
se robaron los cables de las señales y del tendido eléctrico,
algo así como cortarle las arterias.
Los policías, si es que hay alguno en la calle,
envían mensajes de texto con los celulares, escondidos en las esquinas.
Las guardias de los hospitales, jadeantes,
regurgitan vidas muertas y muertes absurdas.
Unos puntos rojos, se encienden en las veredas de Constitución
como ojos de gatos silenciosos y alertas.
Son los adoradores del paco, los desheredados de todo,
los olvidados, los nadie, los que quedaron afuera de la fiesta.
Las revoluciones se oxidan entre los hierros
de los juegos del Italpark
o se mueren de frío en las tribunas del Velódromo Municipal,
abandonado a su suerte después de haber sido declarado
monumento nacional.
Los artesanos venden remeras con la cara del Che Guevara
y cuernitos rojos para la buena suerte.
Digo revolución, como digo, escuelas, calles, trenes
y nosotros, ciudadanos de nada, mano de obra barata,
voto comprado y cantado, ventajeros, chupamedias.
Militantes por convicción o conveniencia; me refiero
a los que traicionaron dignidad, principios, amigos…
Cuando digo todos es todos, vos, él, yo
y los que ingenuamente creen vivir en el paraíso
y aplauden sin cesar ni pensar, al saltimbanqui de turno.
Ya sabes como y que pienso,
mañana me dirás tu nombre,
pero será después de que haya recorrido las siete colinas de Roma,
y me haya sumergido en el mar de los sargazos,
cuando tus ojos pongan luces en los míos
y la quimera de la luna en las manos
sea una realidad inmensa como todas las galaxias.
Entonces sí, querré saber tu nombre,
me lo dirás con  infantil coqueteo y voz temblorosa,
con el alma y el cuerpo inundados de fuego.
Entonces, cuando está noche horrible
que habitamos se haya terminado.
me dirás tu nombre y yo lo repetiré hasta el infinito.

Buenos Aires Abril de 2013-05-08
                                                           Julio Luis Aguilar